Y al séptimo día descansó. Not!

El Señor vio todo lo que había hecho y al séptimo día descansó. Pero este señor del blog no, al contrario: fue a la barranca a entrenar.

Ya de regreso de la barranca se topó con alguien que llevaba a dos discípulos. En verdad les dijo que daba lo mismo si hacían una hora de ejercicio diario o un día todo el ejercicio de la semana.

Dijo este charlatán que lo que importaba era entrar en una ventana anabólica.

No tengo el contexto completo pero casi estoy seguro que estaba revolviendo peras con manzanas. Además no sé por qué los estaba bajando por la ruta que castiga más a las rodillas si tenían mucho sobrepeso.

Si lo que importaba para este par de discípulos era bajar de peso, lo que necesitan lograr es entrar en déficit calórico.

Acá, para “recuperarnos”, nos comimos unas buenas tortillas recién hechas, yo con un menudo y Diana con unos chilaquiles. Qué rica sabe la comida después de una friega.

Una señora dijo que no existía el menudo light y que no echaría a perder todo le trabajo que le había costado su subida a la barranca. Hace falta informarnos.

Más que pensar que el ejercicio fuerte del séptimo día nos iba a funcionar para toda la semana, más bien es la comprobación del trabajo constante que hemos hecho.

Difícilmente se perderá el equilibrio con un día de hacer demasiado ejercicio y comer de más.

Todo es más complejo que las calorías. Lo que sí, es que al día siguiente vaya descansamos el puerquecito, por lo menos los músculos.

Jos.

Diarios de cuadritos (7 de 30)


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