Venía pedaleando mi propia bicicleta cuando de repente sentí que se me ponchó la llanta. En efecto mi llanta trasera se agüitó en el cruce de la avenida de La Patria con una callecita más pichurrienta que la misma afectada. Chingadísima madre fue lo que le comenté al jefe del puesto de llantas que parecía una llanta en sí.
No joven, hoy no vino el cuchufluuur. Sí arreglamos de esas pero hoy se le hizo tarde.
Así mis estimadísimos y bien ponderados lectores fue como atravesé la ciudad con una llanta ponchada y un desayuno que acababa de reposar. Los cholos que cuidan la Santísima Comisón Federal de Electricidad se me quedaron viendo con cara de: “ahhhh te ponchastes..” y a mí me dio seguridad que estuviera ponchada mi llanta porque así les iba a dar zacate quitármela de mi propiedad.
Llegué a la Ave Volcán Barú para percatarme de que no traía 400 pesos para cambiarle de una beis el rodado a mi vehículo amotor así que decidí subirla a mi local oficina donde próximamente daré clases de youtube para dejarla reposando y pensar cómo regresaré a comer.
FIN
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