Hace un tiempo me presentaron a los señores trípodes; aquellos artefactos que sirven para tomar fotografías sin que te salgan movidas. Aún así hay cámaras que perjuran que no son tan necesarios, pues es posible lanzarte desde la torre más alta y heroicamente congelar el bello momento de tu suicidio, pero… ¿qué tal si lo que te gusta a tí es tomar fotos nocturnas? Para esos casos se necesita abrir más tiempo el obturador (el ojito de la cámara) para dejar pasar más luz, lo que los hace casi indispensables.
Si no te interesa tomar fotos profesionales, un trípode puede resultar una mala y estorbosa inversión. ¿Qué tal un monopie? Uno ingenioso, portable y barato: Agarras una rondana pesada y le atas un hilo resistente que a su vez te servirá para atarlo a la rosca/tornillo donde normalmente se embona un trípode a la cámara. Cuando quieres tomar una foto basta con pisar la rondana y hacer tensión para obtener un mayor control.
Iba en el camión y por razones varias, me di cuenta de que leer me resulta más fácil parado que sentado. No creo que sea necesario atarle una rondana a lo que esté leyendo, pues de alguna forma el cuerpo juega el mismo principio que el monopie para fotografías: Con una mano te agarras del tubo (mientras cumples tu fantasía de teibolera) y con la otra agarras el texto. Es agradable descubrir que efectivamente se elimina algo de turbulencia gracias a la tensión ejercida.
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