Señor, ¿Por qué maneja con la puerta abierta?
La razón original no la sé. No sé por qué comenzó esta manía. Este verano manejo con la puerta abierta porque el calor sí que está pegando duro. Con la puerta abierta permito entrar al chiflón. El verano pasado fue por otra razón, el antepasado también.
¿Qué es lo que más le gusta de manejar con la puerta abierta?
Ver las reacciones de la gente. Sobre todo de mis acompañantes pues primero la señalan con curiosidad: “¿No cerrarás tu puerta?” Y cuando se dan cuenta de que simplemente no la cierro parecen asustarse y empiezan a temblar, la plática aminora.
¿Qué tan peligroso es manejar con la puerta abierta?
Para mí no lo es en absoluto, he aprendido a sortear baches, a darle vueltas a las glorietas grandes, a tranquilizar a mis acompañantes, a tranquilizar a los demás automovilistas. También tranquilizo a los agentes de tránsito. Tranquilamente no le veo el peligro.
¿Y si la puerta se abriera?
Es la menor de mis preocupaciones pues la puerta no se abrirá. Controlo la velocidad, cómo detenerla, cómo soltarla… me preocupo más cuando olvido ponerme el cinturón. Me preocupan más otras cosas como la gente que de verdad es un peligro: hay quienes tienen sexo mientras manejan, quienes fuman, comen o beben mientras manejan, quienes hablan por teléfono mientras manejan, quienes se preocupan por quienes manejamos con la puerta abierta.
¿Recomienda al público manejar con la puerta abierta?
A los pintores que tracen, a los borrachos que tomen, a los meseros que sirvan, a los chefs que cocinen, a los que manejan con la puerta abierta ¡que manejen con la puerta abierta! Cada quién a lo suyo, no es para todos manejar con la puerta abierta.
¿Qué es lo que más odia de manejar con la puerta abierta?
Definitivamente el sol. Eso de tener que detener la puerta con sol no es recomendable. Déjaselo a los taxistas o sigue su ejemplo poniéndote una latosa toalla encima.
¿Qué es lo más chistoso que le ha pasado al manejar con la puerta abierta?
De mis primeras veces, recuerdo que un tipo se me acercó para indicarme que traía la puerta abierta. Puse las intermitentes y no comprendió el mensaje. Me empezó a pitar y a pitar, incluso me echó las luces y al verlo por el retrovisor me di cuenta de que me indicaba que traía la puerta abierta. Lo dejé pasar y se puso a mi altura. “Señor, trae usted la puerta abierta” Me lo indicó de una forma bastante amable a lo que groseramente le grité: “¡NO LA PUEDO CERRAR!” De la pena arrancó de inmediato disculpándose. Nunca entendió que yo llevaba la puerta abierta por gusto pero tuve que inventarle una explicación.
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