– ¡Te vas a quedar encuerado!
– Ni modo, No me gustan y no las uso.
Hoy tiré mi ropa. Bueno, como siete camisas abandonaron mi closet. Las eché a patadas por mi escalera. Ya hasta los ganchos se habían hartado de tener que colgarlas. Uno de ellos: Juanjo, me explicó que ya llevaba unos meses colgando a Petruzca.
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