De repente olvidé dónde dejé mi cigarro y pasó por mi mente que algún cerro se incendiaba. Me di cuenta de que lo tenías tú y me eché a reír.
De repente iba caminando sin pensar dónde dejé el carro y de repente me topé con él, casi me atropella aunque estuviera estacionado.
De repente me imaginé durmiendo temprano y no pude hacerlo porque al despedirme me despertó tu alarma, la alarmita mensajera.
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