Pues hoy fuimos (Leslie y Villahermoso) ya de regreso a probar el verdadero y original pozol, al mismo lugar donde probé el agua de horchata; probablemente el agua de horchata más deliciosa que haya probado en mi (¿mía?) vida. Al lado de la catedral más alta de México, (no es de fiar al dato, lo saqué de alguien quien tituló así una foto en Google Earth) y digo al lado pero es más bien cruzando Paseo Tabasco.
Como bien decía mi PAP (Con mi PAP me refiero a mi compañera de Proyecto de Aplicación Profesional del Intensivo de Verano Fase I anque debiera ser la II) , como bien decía ella, no le iba a gustar. Y no le gustó. No es muy de atoles. $35 por un pozol grande y fresco preparado. Y todo para que el pozol preparado ¡no fuera el original!
El Señor de las Horchatas (toda una personalidad en Tabasco) echó una bola de pozol, (que es la masa de maíz combinada con cacao) a la licuadora, la mezcló con horchata (con la horchata más deliciosa que haya probado en mi (¿mí?) vida) hielitos y la sirvió.
La descripción que armo a partir de los resultados obtenidos va como sigue:
Es una bebida energizante, demasiado dulce, que sabe a tortilla cruda (discrepo con lo crudo) con chocolate (discrepo también con tan precioso producto pues, si efectivamente se alcanza a apreciar el cacao), como un atole no tan espeso, combinado con una horchata frapppe con triple p. (paaa su madre), servido en donde se sirven las cervezas de estadio, con popote y toda la tapa, para acompañar la fatigosa jornada laboral como a eso de las 10 a.m.
Mañana probaré el pozol no preparado. Es decir el no azucarado o natural, que de lo natural discrepo. Pasado el agrio.
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