Entré al café y voltee a todos lados buscando a mi cita de trabajo. En vez de mi cita encontré a la mamá de mi ex quien platicaba con una mujer como de su misma edad.
Era la primera vez que la veía fuera de casa en su vida cotidiana. ¿En tu casa no toman café por las mañanas? Me preguntó extrañada en aquella ocasión que le negué una taza.
La mayoría de las veces no confío en mi vista de reojo, pero en esta ocasión no dudé un segundo. Era ella, la madre de mi ex novia.
Tuve que hacer cola para pedir mi bebida y eso me dio tiempo para verle con calma el rostro.
Una vez me dijeron que si quería saber cómo luciría mi pareja cuando envejeciera, bastaba con voltear a ver a su madre. Madre mía… vaya que la señora me parece atractiva.
Al pedir mi café me preguntaron mi nombre. Les dije el nombre con el que la señora me conoció.
En eso llegó mi cita y me pidió que apartara un lugar mientras ordenaba.
Como nunca me ha gustado dar la espalda, elegí la mesa que me permitió ver a la señora todo el tiempo, de tal forma que la que terminó dándome la espalda fue ella.
¡José Luis Venti Java Chip listo en barra!
Si llegó a preguntarse si era yo, estoy seguro de que cuando me llamaron se disipó su duda.
Vi a mi ex en ella cuando por el peso de sus pechos se encorvó hacia adelante. La vi cuando por un instante nuestras miradas coincidieron y se volteó súbitamente. También la vi cuando no le bastó el rostro y se carcajeó con el cuerpo. Mientras tenía mi junta vi a mi ex en su madre cuando partió con sigilo, luego de terminar sus asuntos.
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