No me molesta que se empañe porque si no quiero verme desnudo al salir de bañarme lo dejo así y ya. Lo que si me molesta es que se empañe si quiero por ejemplo rasurarme. ¿Está chafa o qué? Pinche espejo chino de 3 pesos. Le paso la mano y como si estuviera helada. Nomás se embarra la terca “empañadez”, lo desempaña pero a medias, no como para asegurar la afeitada perfecta.
Una toalla o algo, como para que se desbarate de una vez. Como para que se raye y compren uno europeo que siga los estándares de desempañamiento.
Y luego para acabarla, el empañado está lejos porque nos separa el mueble de baño. No como en mi cuarto, que al vertical me le puedo acercar hasta para ver los pelillos que no quiero ver. A ese hasta lo puedo pulir, ya saben, con un “gggg” para empañarlo y un periódico para limpiarlo.
Maldito espejo empañado, ya lo odio al estúpido. Y es que si hubiera uno dentro de la regadera como en el cuarto de mis papás podría echarle agua a manazos para desempañarlo y ver cómo los pequeños splash revelan a hiladas de agua mi reflejo y luego se meten a la orillita de madera echándola a perder.
Me voy a bañar con agua fría. Como cuando vivía en Villahermosa y el empañado era yo.
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