A media cuadra llovía, donde estábamos no. Era mágico: una línea de lluvia partía a la cuadra a la mitad exactamente. Atravesaba la calle con la cautela de un niño al cruzar de lado a lado.
A media cuadra olía a tierra mojada, donde estábamos no. Era mágico, veíamos a los de la otra cuadra, a los grandes todos mojados. Como si viviéramos en una inmensa burbuja protectora y ellos no.
Luego la inmensa brisa de gotas comenzó a avanzar y en segundos ya no éramos los únicos secos. Está lloviendo bien fuerte!! Gritábamos de placer.
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