Seguramente eres rara. Entre tres y cuatro centímetros de repugnancia que no dejaré morir de inanición, pues no es mi estilo decapitarte, no vales la pena. Ofensiva portadora de protozoarios, hasta parece que quieres enfermarme. Hoy no hueles, ayer tampoco lo hiciste pequeña y traviesa carnívora. ¿O deberé decir comensal poco exigente?
Tu casa es mi humedad, en mi oscuridad. Te escondes de una manera inusual. Mis bombas atómicas te dieron risa. ¿Pero qué tal tu punto débil? Llevas unos doscientos millones de años sin saber regular el calor excesivo. Por eso te dejo vivir, seguramente el calentamiento global te matará. Si no es así, espero que la pena que debiera provocarte cada vez que haces brincar a las personas a las sillas lo haga. Lo bueno es que eres tan común que tus cortas alas no te dejarán volar.
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