Ya se le pasó el susto a la niña. Ya está tranquila boca abajo y aunque el piso esté empapado de frituras multicolor que recién aprendieron a nadar en mareas alcohólicas, ella ya duerme tranquila.
El secreto que le guarda su vientre no tiene madre. No aún. Las sábanas antes blancas, la microfalda, la tanga: Ninguna de ellas la despertará para contarle a la fatigada inconciente, a la que no tiene ni idea.
Será la luz de la mañana quien mate un secreto, quien embarace a la niña.
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