Un día en mi vida


Jos y Diana despiertan temprano a hacer ejercicio, yo nomás los veo desde una de mis camitas pero a veces su entusiasmo me pone feliz y quiero atención. Si están en el suelo aprovecho para llenarles las caras de besos. A veces Jos alcanza a sobarme la cabeza entre desplantes. Cuando terminan la sesión es el momento del primer paseo del día. Salimos al parque de la colonia donde aprovecho para corretear, olfatear e ir al baño. A veces saludo a otros perritos. Me encanta.  Luego Jos y Diana desayunan, muchas veces me convidan poquito de lo que comen, a veces me toca un poco de huevo, quesito o jamón. Después salgo al jardín a asolearme o me duermo un poquito, como y a continuación pido amor. Pongo mi cabecita bajo la mano de Jos o Diana, o me unto en sus piernas. Si Jos está en la compu me gusta sentarme a su lado y hacerme notar poniendo mi patita en su brazo. Suelo ser muy insistente porque no tengo llenadero de cariño (Diana dice que mi amorómetro está roto) entonces Jos tiene que pedirle a Diana que vaya por mí porque no lo dejo trabajar. Pero es que yo no entiendo de eso. Diana entonces me da amor. Me gusta mucho doblarme como camarón y que me soben la base de mi rabito. Viene la hora de la comida, me encanta estar en la cocina olfateando lo que Diana prepara, a veces la estorbo mucho sin querer y se tropieza conmigo pero es que me gana la emoción. Además, muchas veces me da poquito de lo que sea que esté preparando. 

Después de comer empiezo a pedir mi segundo paseo del día, sigo a Jos por toda la casa y le comunico de la mejor manera que estoy lista para salir. Si no me hacen caso rápido lloro poquito, esto nunca falla. El segundo paseo es cortito pero los aromas del camino son otros, los sonidos y la luz distintos, amo esta salida. Regresamos a casa y me echo al lado de Diana quien dibuja hasta que anochece. Me le aparezco por debajo de la mesa de trabajo, moviendo mi colita, me cae una lluvia de cariños. A veces se baja de su silla, se arrodilla a mi altura y me llena de besos, yo le correspondo y ahí siento que somos compañeras cósmicas. Subo a saludar a Jos y hago lo mismo, le doy mi pata, él me soba, y yo me pongo incandescente de gozo. 

Cuando va anocheciendo también me gusta mirar hacia la calle desde el jardín y ladrarles a otros perros y personas, carros y bicicletas. Porque estoy protegiendo mi casa. Cómo no voy a hacerlo. 

Jos y Diana están ya en el cuarto, ella ya se bañó, Jos a veces sigue trabajando. Yo me subo en la cama con ellos y vivo el sueño. El sueño de otro día de ser parte de esta familia.