Respeto dos ritos en noviembre y diciembre. El primero es ver alguna serie cinematográfica de horror completa. El segundo es limpiar esa carpeta en donde viven las ideas de narrativa que se me ocurrieron en el transcurso del año y todos los collages de Pucca y Murakami que realicé.
Este año toca Friday the 13th y mientras mis collages se reportan perturbadoramente numerosos, la cantidad de proyectos geniales que asegún me iba a sacar de la chistera ya merito y que no llegaron a ningún pinche lado porque Netflix es, bueno, perturbadora.
Ni modo, soy un escritor holgazán y odio llegar al final de cualquier cosa, un hoarder conceptual: la mayoría de mi «trabajo» está regado en archivos .txt y .doc de entre 5 a 40 cuartillas dependiendo de lo lejos que la idea inicial me empujó; casi nunca recuerdo en qué putas estaba pensando cuando vuelvo a revisar esos archivos.
Así con todo, he descubierto que cuando la vida te da hueva es mejor freirla con jamón y que de esa receta se saca mucho más que con mirarse las uñas y repetirse (quedito, que somos sensibles hasta a la autocrítica) por qué carajas se estrena la nueva temporada de Stranger Things con tanto qué escribir y sí, debería desayunar ahora.
Lo cierto es que, sin importar lo que escribas, un objetivo razonable en tu carrera sería adquirir la habilidad de acortar tu tiempo de producción. Si fuéramos panaderos, estaríamos en capacidad de ofrecer o vender una concha de chocolate cada año y medio. Si quieres, la concha de chocolate más artesanal del mundo, pero igual, una concha. Sí, no debería tragar mientras escribo.
¿De verdad debes tardar tanto produciendo tu inmortal obra literaria? Jason no está de acuerdo y yo tampoco. Ve por un borrador en el que te hayas atorado entre las cinco y las cuarenta cuartillas, abramos una caguama y hablemos de Viernes 13.
1. Localiza el concepto/idea/escena más sencillo de tu borrador
Jason sólo aparece durante uno de los últimos minutos de la película original, que por cierto, siempre he creído que surgió de invertir la premisa argumental de Psycho, de Alfred Hitchcock (asesino psicópata escucha la voz de su mamá en la cabeza y asesina a los huéspedes de su hotel): en Friday the 13th (¡spoilers!), la mamá escucha la voz de su hijo y asesina a los huéspedes de un campamento de verano.
Abre tu archivo y vamos de cacería. Si escribes narrativa (este artículo parte del supuesto de que lo haces —o intentas— y que en realidad sólo estás buscando orientación cuando tecleas en Google «Cómo comenzar un libro» o así), seguro comienzas a escribir a partir de una idea inicial. No estamos buscando esa.
La Secuela de Viernes 13 descansa por completo en esos segundos en los que Jason, (¡Spoilaaars!) un niño zombie ahogado en el lago salta a la balsa a sujetar del cuello a la protagonista. Es el único evento sobrenatural de toda la trama y también, es merol puro y duro.
La idea inicial con la que comenzaste a escribir tu borrador es sólo un punto de partida: seguro se trataba de una escena o de una imagen; usando a Viernes 13 como ejemplo, podría pensarse que el guión fue escrito a partir de la escena del niño fantasma saliendo del lago. Si lo tienes claro, vamos a llamar a ese punto, el punto B.
Luego, diste con una idea mejor. «¡Espera!» dijiste, «¿Qué tal si en realidad el asesino de la historia es la mamá, la única que cree y asegura que su hijo sigue vivo, porque sigue escuchándolo?» Ese es el punto A en tu historia, ocurrió mientras escribías esas cuarenta cuartillas y es el responsable de que estés confundido: ¿no se trataba tu historia de un niño que sale de un lago?
Ah pues, resulta que ninguna de las dos te dan un libro, pero acabas de encontrar justo lo que necesitas.
2. Tira ALV todo, TODO lo demás
Durante la primera parte, sólo vemos a Jason un minuto y a su mamá, la verdadera asesina, durante los últimos veinte. La segunda parte, menos sutil como toda buena secuela, nos presenta a Jason con el rostro cubierto por un saco de papas.
El punto A y el punto B son simplemente dos sucesos, imágenes o escenas que no tienen en realidad por qué estar ligados de manera lógica o secuencial. Nuestro trabajo comienza con precisamente encontrar el ángulo en donde ambas pertenecen al mismo conjunto.
Vamos a llamar a esa relación «el outline» y de entrada tendría que verse como una lista de dos o tres elementos que unan a los puntos de manera secuencial o lógica. En Viernes 13 esto se vería más o menos así:
- Mamá loca escucha la voz de su hijo ahogado en el lago de un campamento.
- La voz le ordena que asesine a la gente cerca del lago, Mamá loca obedece.
- Mamá loca es muy eficaz, pero está loca y claro que la voz sólo está en su cabeza.
- El niño existe y sale del lago, ¡BUM!
Este es el truco: el patrón que acabas de delimitar lo contiene todo. Dentro del marco que acabas de generar se desarrollará tu historia, tus personajes y lo que quieras añadir.
¿Que qué haces con las otras 39 cuartillas? te deshaces de ellas. Mira, sé que uno puede tener apegos, pero te ahorrarás mucho tiempo aprendiendo a decir adiós a elementos innecesarios ahora.
¿A alguien le hubiera interesado Viernes 13 si hubiera tratado de una señora que repite y repite en pantalla que escucha la voz de su hijo? Ese es tu primer borrador, préndele fuego, ahora.
3. Encuentra la máscara de Hockey
El desarrollo de historias es más paulatino de lo que nos gusta creer; justo como nuestro ejemplo, es mucho más fácil explicar en retrospectiva que una serie de películas originalmente pensada como una respuesta a un clásico de Alfred Hitchcock, sin mencionar precisamente eso y lo mismo ocurre con el desarrollo del personaje.
Jason no encuentra la máscara sino hasta la tercera película, todo tiene un peso dramático propio porque justo en la escena previa, un personaje que pasa la cinta asustando a sus amigos en el campamento, lo hace saliendo del lago disfrazado con un mono, un machete y una máscara de Hockey.
Resulta que a nuestro asesino, pronto sobrenatural pero aún no demasiado, el detalle le gustó. De ahí en adelante, Jasón se vio y se ve de una y una única forma. En las nuevas cuarenta cuartillas que vas a redactar entre el punto A y el punto B, el concepto y los personajes «decidirán» cambiar y debes abrir los ojos para admitir esos cambios, tanto en personajes, como en el argumento.
Se acabó cuatro bolsas de Chetos mirando Viernes 13 para impetuosa, José Pérez
Imagen que ilustra: Simpleton plate 4 from the series ‘Los Disparates’ (The Follies), de Francisco GOYA