Me propuse no volver a hablar mal de Murakami, pero es un impulso irresistible. El librito del que tanto me quejé terminó en las buenas manos de alguien con más tolerancia, un lector que me hizo considerar: ¿era, en verdad,
¿De qué hablo cuando cuando hablo de manuales para escribir? (Parte 2)
